En 1245 el emir el de la taifa del
Reino de Murcia firma las capitulaciones de Alcaraz. Se inicia de
este modo un breve período de coexistencia pacífica, entre
musulmanes y cristianos, durante el cual los castellanos se
comprometieron a respetar costumbres, tradiciones y religión de los
mudéjares murcianos.
El incumplimiento por parte de los
castellanos de lo estipulado en Alcaraz causó la rebelión mudéjar
de 1264; sofocada el levantamiento, se procedió a la ocupación por
parte de colonos venidos de otros lugares de la península de una
gran extensión de tierras abandonadas, bien porque sus antiguos
propietarios hubiesen huido al Reino de Granada, bien porque fueron
expulsados.
El Reino de Murcia fue durante más de
dos siglos tierra de frontera, al estar expuesto a los continuos
ataques procedentes del Reino de Granada. Desde finales del siglo
XIII, se produce una despoblación generalizada de los núcleos
rurales por parte de la población musulmana, sin que el proceso
repoblador fuese capaz de llenar este vacío. Se constata un
encastillamiento de la población, al concentrarse esta en los
núcleos urbanos al amparo de sus murallas.
Así, en ciudades como en Murcia o
Lorca, se documenta como las antiguas fortificaciones islámicas
fueron objeto de continuas reformas y reparaciones, con el fin de
reforzarlas ante un posible ataque granadino.
Destaca el gran sistema defensivo que
tuvo en Lorca su bastión principal, ciudad que durante la Baja Edad
Media adquirió una gran importancia estratégica, tanto militar como
económica, convirtiéndose en el segunda gran ciudad del reino. Fue
el centro de una compleja red defensiva integrada por torres vigía y
castillos como el de Felí, Amir, Puentes o Luchena. Fueron
utilizados intermitentemente durante los siglos XIV y XV, dependiendo
de las necesidades de seguridad de la frontera. Otras fortalezas,
como Xiquena y Tirieza continuaron en manos granadinas hasta mediados
del siglo XV.
Un proceso similar se documenta en
Murcia; las murallas fueron conservadas y reparadas periódicamente
hasta mediados del siglo XV, cuando el alejamiento de la frontera
granadina provocó que este sistema defensivo cayera en desuso y
fuese integrado paulatinamente en la trama urbana de la ciudad.
Cartagena quedó reducida a su mínima
expansión urbana, si bien el Castillo de la Concepción, en el que
durante la segunda mitad del XIII comenzó a construirse la torre del
Homenaje, continuó ocupado, ya que era el principal baluarte capad
de controlar un puerto de gran importancia estratégica.
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